Cómo vivir y educar con optimismo

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La gente cambia cuando se da cuenta de que tiene que cambiar y la sesión más reciente de la Escuela de Padres de Orvalle ha sido una divertida invitación al cambio.

El hombre de hoy en día es un hombre con prisas. Somos una generación que vive continuamente bajo el yugo del tiempo y con la carga física, mental y emocional que implica el cúmulo de pendientes profesionales, familiares, sociales y personales. Así lo aseguraba en Orvalle el Dr. Luis Gutiérrez Rojas, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra, especializado en Psiquiatría en el Complejo Hospitalario de Jaén y becado por la Sociedad Española de Psiquiatría para cursar la rotación externa de su último año de residencia en el Hospital Bellevue de Nueva York .

Durante su sesión “Educar con humor” el pasado 15 de noviembre en el Colegio Orvalle, recordó la importancia de convertir la pausa en un hábito. Hay que pensar y, para pensar, hay que detenerse y dedicar tiempo, invertir momentos en aburrirse. Es de esos instantes de donde surge el pensamiento y la creatividad. Extrapolando esta necesidad a los niños de hoy en día, recalcó que el mejor entretenimiento para los niños es aquel en el que tienen que ejercitar los roles y la imaginación.

En el siglo XXI vivimos en un estado sumamente angustioso, en el que tenemos en general las necesidades básicas cubiertas y a la vez una sed aparentemente insaciable de ser felices. Al tenerlo todo, nos cuestionamos cada vez más si realmente somos felices o no, y esto es lo que nos convierte en una sociedad que vive permanentemente angustiada y que constantemente se siente incompleta.

Gutiérrez Rojas explicaba que es en esa búsqueda en la que decidimos que lo queremos tener todo, tenerlo fácil y de inmediato. Así también están creciendo nuestros hijos. Hay una hipersestimulacion y un hiperdeseo colectivo que provoca que sólo lo extraordinario sea lo bueno y, en consecuencia, también sea escaso.

Cuando cumples todos tus deseos es peligroso porque es allí donde esperas encontrar la felicidad, pero nunca la tendrás completa. Las personas necesitamos que nos falten piezas para ser felices y así desarrollar la capacidad de frustración. Tenemos que aprender a valorar las cosas porque sean poco frecuentes. En este sentido, también debemos acostumbrar a nuestros hijos al NO, desde una negativa con sentido y fundamento, planteándonos si eso que nos piden es realmente necesario.

En esta línea de reflexión, Gutiérrez Rojas comentaba que somos cada vez más «especiales» y más sobreprotegidos. Para que tengas capacidad de enfrenamiento al dolor tienes que padecerlo, si por lo contrario lo evitamos, sólo sufriremos más y por cualquier motivo.

El Dr. Gutiérrez explicó que las personas somos como los caracoles, profundamente neuróticos y pesimistas, pensamos que somos unos desgraciados. Sin embargo, si conseguimos ser conscientes de que las cosas realmente dependen de nosotros mismos, podremos ser más estables, optimistas y maduros. “¿Por qué crees que no van bien las cosas en tu vida? Muchas veces cometemos errores evidentes en repetidas ocasiones y pensamos que los motivos son totalmente ajenos”.

Si queremos transformarnos en personas optimistas, debemos empezar por preguntarnos qué podemos mejorar de nosotros mismos. Si eres de los que piensas que el mundo está fatal, pregúntate con respecto a qué mundo y, si insistes en lo mal que está, reflexiona acerca de qué estás haciendo para mejorarlo. Vivimos tiempos en los que reducimos nuestra persona a nuestra imagen, cuando en realidad da igual ser más listo o más tonto, más feo o más guapo, más rico o más pobre. Lo importante es conocerse a uno mismo y darle valor al dolor y al sufrimiento que nos toque vivir.

El pesimista piensa “no valgo para nada”. El ingenuo piensa “valgo para todo”. El optimista piensa “las cosas dependen de mí” y tiene las ideas claras. Muchas veces nos permitimos fomentar los pensamientos pesimistas. Cada persona tiene un don y tiene una capacidad, no se pueden tener todos. Esta mismo reflexión es fundamental aplicarla a nuestros hijos. Puede que queramos que sean el número 1 en todo. Sin embargo, tenemos que saber para qué sirven de modo que lo que hagan profesionalmente o como afición, responda a una vocación y no a una recompensa económica o de reconocimiento social, lo que les permitirá disfrutar más de la vida.

Refiriéndose más a la familia, el conferenciante destacó que en muchas ocasiones el matrimonio sufre la sobrefocalizacion de los padres en los hijos. En este sentido, recordó que los hijos nacen, crecen y se independizan, por lo que es importante tener presente que los padres siempre están por encima de los hijos y deben fomentar su vida juntos como matrimonio, evitando un vínculo dependiente con los niños.

Los matrimonios tienen que amarse e ir siempre alineados. Es de esa suma que se construyen las relaciones sanas con los hijos. Si como padres conseguimos ser adultos optimistas, ayudaremos a nuestros hijos a romper con los pensamientos pesimistas y a no alimentar un discurso neurótico. Asimismo, Gutiérrez Rojas recordó que los hijos tienen que ser autónomos, independientes y hacerse responsables de si mismos. Para ello, en las familias tiene que haber normas claras y criterios fijos.

Por último, el Dr. Gutiérrez invitó a la audiencia a una reflexión: tenemos que decidir qué granada queremos ser con los demás: fruta, dulce y rica en propiedades, o dañina como la detonante. Uno crece en las buenas relaciones con las personas y aún más con las que menos afinidad tenemos.

Fuente: www.orvalle.es

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